
R e s u e n a , m i e s t é t i c o a r r u l l o, b a j o l a s c ú p u l a s d e l m u n d o . . . y r e z u m a p o e s í a
CÓMO MIRAR UN CUADRO
Cuando observas una obra de arte gráfica o vas a un museo y estas ante el GRAN ARTE ¿sabes cómo mirar?
ARTEENSAYO
Gil Miró


Contemplar una obra pictórica es como asomarse a una ventana que nos desvela un paisaje de luces, colores, historias, pinceladas, ideas, misterios… Un maravilloso escaparate para perderse dentro de él, a quién sabe qué lugar, qué época o qué espacio de nuestro propio mundo interior.
Realizar el ejercicio de observar una pintura para entresacar todo el meollo que en ella está expuesto, hasta incluso llegar a aquello “que no se ve”, requiere de una paciente, esforzada e ilustrada observación. A veces, la obra no nos interesará y pasará desapercibida,. Otras, quedaremos satisfechos por lo que captamos a primera vista y no necesitaremos saber ni profundizar más de lo que nos revela en ese primer, y a veces, único contacto. En otras ocasiones querremos profundizar en el alma de la pintura, en el mensaje e impronta que el artista depositó en ella, en “su secreto”.
Para esto último, deberemos conocer y contemplar el conjunto global de la obra, desde su aspecto más temporal, físico y teórico: como el momento en que fue pintada y por quién, o a qué estilo y género pertenece, qué técnica se usó, o cómo el autor utilizó las luces y las sombras para destacar y componer uno u otro objeto… Hasta llegar a prestar atención al mensaje, a la esencia, al espíritu que reside en ella y que no forma parte de análisis académico alguno, sino de aquella sensitiva y elevada manera que tiene el ser humano de apreciar las cosas bellas y sublimes que nos tocan el alma.
Ambos aspectos son necesarios para ejercitar el fascinante poder de intimar y conocer en profundidad una obra de arte.
En primer lugar, hay que aprovecharse de aquellas obras que hayan captado nuestro interés y con las que hayamos conectado, para comenzar a familiarizarnos con ellas. Como ya se ha dicho, conocer un poco más sobre su historia y su personalidad facilitará esa conexión, allanando el terreno entre aquello de nosotros que vibró y sintonizó con ellas.
A veces, hay que conformarse con el arte que viene impreso en libros al no poder tener acceso a originales y museos de otros lugares del mundo. Es un pobre sustitutivo, pero es un privilegio y una suerte el poder contar con ello, en un principio. Conviene saber que entre el cuadro impreso en un libro y un original, generalmente expuesto en un museo, hay de por medio un tremendo abismo perceptivo y sensitivo. Es como ver una foto de un beso con abrazo, y que te bese y abrace un ser querido. Por tanto, el acercamiento para el conocimiento profundo del arte, salvo imposibilidad justificada, pasa por estar frente a la obra físicamente, en “presencia” de ella.
¿Qué podríamos tener en cuenta para comenzar? Podría ser de esta manera: Primero observemos el TAMAÑO, éste siempre suele sorprender, pues generalmente las grandes obras son enormes en comparación con la foto de un libro. Observemos su FORMA y su ESCALA, hay que saber que muchas obras fueron pintadas para lugares y momentos concretos, y que a veces desentonan en un museo junto a otras obras.
Luego sigamos con la COMPOSICIÓN, una pintura siempre presenta una composición de todos sus elementos, los cuales conforman la imagen. Nos encontramos con pinturas SIMÉTRICAS y equilibradas que pueden transmitir quietud, serenidad, armonía, etc. Y también con pinturas ASIMÉTRICAS y deliberadamente desequilibradas que nos trasmiten dramatismo, intranquilidad, dinamismo o acción. La composición es uno de los primeros aspectos que vemos en una pintura, sus simetrías son las que generalmente y a un nivel subjetivo causan un fuerte efecto ante el espectador. La composición también puede contarnos una historia por pasos.
El COLOR sin duda es lo más accesible y emocional que captaremos a primera vista. A través del color se representan formas tridimensionales y sensación de espacio. También expresa estados de ánimo, emociones y significados simbólicos.
A través de la LUZ, las SOMBRAS o el ESPACIO se pueden ver las formas, volúmenes y texturas de los objetos. También se consigue un entorno de asombroso realismo a través de la perspectiva lineal y aérea, ya sea en un espacio interior o en un paisaje exterior.
Durante muchos siglos los artistas quisieron plasmar en sus obras una imagen realista, es decir, lo más parecida a la REALIDAD, en la que están implícitos, según las creencias personales o generales, el aspecto espiritual o metafísico de la vida en el que ellos creían. También se utiliza la ILUSIÓN en la imagen, es decir, objetos pintados tan parecidos a la realidad, que el observador duda de si son reales, asombrándonos con su efecto ilusionista (hiperrealismo, trampantojos, anamorfosis…).
El CONTEXTO nos indica por qué y para quién se pintó el cuadro y el lugar donde estaba originalmente, definiendo el estilo, tamaño y punto de vista de la obra.
Uno de los aspectos más poéticos de la observación en vivo de un cuadro está en la SUPERFICIE de la obra. Para ello, hay que verla de cerca, a veces, muy de cerca. Observar las pinceladas del artista nos traslada en el tiempo y nos hace sentir espectadores de la íntima consumación que tuvo lugar entre él y la obra. El tramado que aparece a veces del tejido del lienzo bajo finas pinceladas, los excesos de pintura, las fuertes pinceladas aparentemente aisladas del resto a modo de estocadas, los destellos de color y el contraste de los oscuros y sus sombras… junto a nuestro posterior alejamiento para observar de nuevo el conjunto de la obra. Este es un excelente ejercicio que nos muestra la genialidad, la técnica y el comienzo de esa íntima conexión.
También hay de tener en cuenta el TEMA y el GÉNERO. Básicamente se definen en los siguientes puntos. Por orden de importancia:
1º- Pintura histórica: Obras a gran escala con escenas de la historia, la Biblia, la mitología o la literatura.
2º- Retratos: Función más privada que la histórica, aunque pueda representar personajes importantes de ésta.
3º- Escenas de género: Escenas cotidianas de la vida diaria con personajes normales.
Los tres primeros géneros se centran en el ser humano y sus acciones, los dos últimos no, por ello son clasificados de menor estatus.
4º- Paisaje: Menor estatus, aunque sea muy popular.
5º- Bodegón: Naturaleza muerta.
Tras los 5 géneros universales establecidos y sus estatus, podríamos añadir:
6º- Arte conceptual: Donde conceptos e ideas priman por encima del aspecto, continente o tipo de obra (física, espacial, sonora…)
7º- Arte de Vanguardias: Desde el expresionismo o el cubismo, al arte abstracto, entre otros.
Por lo general, el ARTE es captado o comprendido rápidamente a primera vista, no necesita de explicaciones o interpretaciones, lo verdaderamente importante no es la técnica o el estilo que utilizó el artista, sino lo que quiso transmitir y enseñar, lo que nos evoca y sugiere su obra (a veces incluso al margen de la intención del artista). Por ello es necesario un conocimiento más detallado de ésta, no solo para comprenderla, pues el ARTE habla solo, y a veces, su lenguaje va más allá de la comprensión cognitiva, sino para establecer una acercamiento y una conexión que nos permitirá desvelar sus íntimos secretos. Esto no sólo es una forma de cultivarse interiormente o de adquirir cultura, sino una poética manera de corresponder y agradecer al artista su legado, su amistad y lo que nos ha regalado… crecimiento.
Podríamos resumir el contenido de este artículo con la fusión entre conocimientos técnicos e históricos, con la necesidad de indagar, a través de nuestra sensibilidad y nuestros sentidos más profundos, los del alma, en la esencia que subyace detrás del aspecto físico. Esa esencia es una parte metafísica e importante que unas veces, el artista creó partiendo de ideas, sueños y talento, y otras, tan solo ayudó a canalizar a través suyo.
Vete a un museo, encuentra esa obra que te remueve algo por dentro, siéntate frente a ella, obsérvala con detenimiento. Detén el mundo estando ante ella. Escúchala. Si tienes el conocimiento adecuado tráelo a la mente, comulga con él, entiende, siente, ubícate en el espacio y el tiempo, emociónate con él. Levántate y acércate a ella, examínala, huélela e imagina el olor a trementina y aceites, siente el fluir de sus pinceladas en tu mano, como el artista las sintió al ejecutarlas en el lienzo que ves frente tuyo. Vuélvete a sentar frente a ella. Olvida todo lo anterior, vacíate, deja que la esencia penetre y que se establezca por fin esa anhelada y profunda conexión que todos buscamos con el cosmos, con la vida, con los otros… y con uno mismo.
Así deberíamos mirar un cuadro, llenos y a la vez vacíos, pero siempre, con los ojos del alma.
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